Volando Voy. tiemblan los Seat 600.
En cuanto supe que había salido una película sobre la vida de “el Pera” busqué el trailer en la red, y, tras constatar que el prometía ser un film al más puro estilo kinkillero puse su nombre en el “e-mule”. No tardó en llegar. Después, ya en mi sofá, en los primeros minutos de la película, la duda : ¿me habré equivocado? ¿será una mierda?...
La respuesta: en absoluto.
A ver, “Volando Voy” un peliculón no es que sea, máxime si, como yo, no te puedes quitar de la cabeza la referencia de Jose Antonio de La Loma con sus “Perros Callejeros” (película que se nombra en "Volando Voy" ) . Además se hecha en falta un poco más de desenfado en los personajes así como un punto menos de ñoñería ocasional. Falta, en mi opinión poco acreditada y desconocedora, mayores referencias visuales para que los que conocemos donde se desarrolla la acción, Getafe, sintamos esa conexión mágica que da lo cotidiano, y que podría haber convertido a este film en una joya del cine suburbial.
Destaca el buen hacer de Miguel Albadejo, el director, que supo darle empaque a escenas complicadas, pues rodar con un niño, además al volante, ha de ser, creo, todo menos sencillo.
El niño, Borja Navas....bueno, aguanta el tipo sin ser deslumbrante( quizás le falta algo más de mala Virgen a la hora de empuñar el bardeo para resultar verosimil), aunque le tomé cariño, pues mi madre me vestía igual a su edad.
Los secundarios, logrados, podrían haberlo estado más, pero te los crees.
La música está bien, aunque para mi gusto se abusa un poco del tema de "Kiko Veneno". Cuando la peli se arranca en el bar, junto a los boquerones y los pinchos de tortilla, con "Los Chichos", entonces sí, me llegan al alma.
En fin, película recomendable para ir al cine, maravillosa si te ha salido gratis y la ves en tu sofá ( bien aderezado con aceitunas sin hueso, pepinillos, nachos y un par de litronas). Ahora les dejo, voy a ver si mi coche sigue aparcado abajo o me lo a robado el hijo del vecino, que es algo macarra.

La Chica...en fin, es la chica. Rubia sin nombre que va de dura los cinco primeros minutos, tras los cuales se abalanza escandalosamente, sumisa y complaciente, tras el culo de Van Damme (si, en esta película es en la primera que nuestro amigo belga enseña el trasero. A partir de aquí sus posaderas aparecen en una decena de abominables películas). Machismo de época, sin más.
Metidos ya en harina, esto es, cuando nuestro belga de oro saca su bandejita de galletas y las reparte a diestro y siniestro , destaca el buen hacer de Van Damme. Como actor podrían ejecutarlo ya mismo y el mundo no perdería nada, pero soltando hostias es muy bueno. Aunque eso sí, en esta película, la primera de su carrera como protagonista, despliega todas las habilidades como atleta, pero luego las repetirá una y otra vez, cansino el tío, en TODAS sus películas.
El final...no lo desvelaré, (aunque si imagináis un poco seguro que acertáis), aunque si diré que en él hay un momento en que Van Damme, intentando “actuar” ,hace el ridículo hasta generar vergüenza ajena.
Lo mejor, la estética y la ambientación...y un personaje, Jackson, que no suelta su lata de cerveza ni hospitalizado. No se por que le qué tomé mucho cariño
Lo peor, la música. En serio, lo de la música en esta película es demencial, por favor nunca contraten a Paul Hertzog si tienen que rodar algo, aunque sea la comunión de su sobrino. Durante la estancia por Hon Kong los temas de Hard AOR (estilo post-heavy para puretas) que amenizan las persecuciones callejeras hacen que uno se plantee el asesinato.
Pero que quede bien clarito, esta película, sin algún tipo de droga, legal o ilegal, eso es cosa vuestra, pierde puntos.
Ala, a gozarla.

Jackson consigue engancharnos desde el principio, pues crea magistralmente una atmósfera delirante y subjetiva, con unos personajes sin desperdicio:
Lionel Cosgrove, el protagonista, consigue hacerse odiar y amar con su esquizofrénica diatriba, “¿la madre o la chica?”.
La madre, Vera Cosgrove, nos regala momentos inolvidables, el prota le pega la mejilla con pegamento.
Padre McGruder, mi preferido. El cura ninja, que aguanta el tipo, aunque finalmente sucumba, a base de patadas voladoras frente a una horda de zombis
Estos personajes y muchos más consiguen atraparnos en una historia sangrienta, la más sangrienta de la historia del cine, 30.000 litros de sangre artificial, y en la que, por primera vez, Jackson trabaja con actores profesionales ( antes de Braindead había filmado con amigos ).
Cierto es que sólo en los video clubes más roñosos podréis encontrar esta autentica joya, aunque internet esta para solucionarlo, y yo jamás le he encontrado en V.O.S.
Disfrútenla.


Seagal nació en Michigan (USA), el 4 de noviembre de 1951. Desde chiquitín le moló lo de repartir galletas, tanto que, a finales de los sesenta se marcho a Japón, donde se formaría en el mundo de las artes marciales, amén de trabajar para la C.I.A. en indochina. Ya de vuelta en los EEUU, en los 80, funda un Dojo, ( que es un sitio en que se paga por que te den tundas repetidas veces ), donde conoce a otro gran hombre, Sean Connery, que le hace el flaco favor a la humanidad de introducirlo en el mundo del cine. Es entonces cuando eclosiona la perla pulida y nacarada que llevaba dentro. Dando al mundo títulos como “Hard to kill” (1990), “Out for justice” (1992), la gloriosa “The patriot” (1998), o la insuperable “Into the sun” que, además, tiene el valor añadido de que él mismo la produjo...y un larguísimo etc que podéis encontrar en ese ejército de video clubes que pueblan nuestros extrarradios. Eso si, tened cuidado, pues, por lo general, las carátulas de sus películas varían poco de unas a otras, y si, tras salir del taller y fumaros y canu, andáis algo espesos, es posible que alquiléis dos veces la misma. 




