Predator : Jara y sedal.

1987, cuando los últimos coletazos de la guerra fría llevaban a EEUU a realizar operaciones clandestinas en Latino América, ve la luz una película que se esperaba de acción, con Arnold Schwarzenegger como reclamo fundamental, pero que superó las expectativas de propios y ajenos, dando lugar a una de las mejores cintas de ciencia-ficción, de la historia. Insuperable en muchos aspectos, inimitable en si misma, Predator es una joya del género, una obra maestra que sentó precedentes y generó escuela. Dirigida por John MacTiernan, ( director de otra joya, esta de menor envergadura y repercusión : “La caza del Octubre Rojo” 1990) Predator, “Depredador” en España, se nos muestra en su comienzo como una historia de acción al uso : Los EEUU quieren rescatar a un grupo de militares que han caído en manos de una guerrilla de izquierdas en un “acogedor país centro americano”. Goberneitor y su grupo de elite han llegado a dicho país para ello. Encontrar a la guerrilla no les resultará difícil, eliminarlos a todos tampoco. ¡Pero! Algo extraño y terrible sucede : uno de los miembros del comando desaparece dejando tan sólo la piel y un charco enorme de sangre. Un ser de otro mundo ha comenzado una cacería cruel, salvaje y aterradora. Sublime. Los personajes poseen fuerza, lejos de los clásicos segundones de las cintas de acción, y cada uno imprime un prisma particular al drama colectivo El Depredador es una presencia que inspira un profundo desasosiego, y está magníficamente realizado. La acción no es desmedida siendo espectacular y brillante. La ambientación es un punto crucial, que, genialmente, ayuda al espectador a involucrarse en la trama. Y la banda sonora, de Alan Silvestri, uno de los maestros en su terreno, hila la acción de una manera desconocida hasta la fecha. Escenas míticas, como cuando uno de los personajes rompe contra su mejilla la cuchilla de afeitar sin mover un músculo de su cara, como cuando Goberneitor, rebozado en barro, escapa del Depredador o cuando lanza el grito, antorcha en mano, retando a dicho bichejo, unido a frases sublimes como aquella “si sangra, podemos matarlo” hacen que sea un placer ya no verla, si no memorizarla. ¿Se nota mucho que me gusta? Háganse un favor y véala.