Escape from New York : Gusanos en la Gran Manzana

Año 1997, la humanidad está en guerra. Los EEUU y la Unión Soviética por fin se han enzarzado. América es un caos, y las autoridades, para frenar la metástasis de la sociedad han tomado rudas decisiones, como la de precintar la Ciudad de Nueva York convirtiéndola en una Macro Carcel Ciber Punk donde se encierra de por vida a macarras de la peor guisa y malas artes. En esta cloaca va a ser confinado Plissken, alias "El Serpiente", héroe de Guerra reconvertido en atracador de bancos justo el día, (ese, justo ese, no podía ser otro) en que el avión del Presidente se estrella en la infecta prisión por culpa de un secuestro terrorista. El presidente sobrevive, pero cae en manos de los pandilleros malhumorados liderados por un malo malísimo llamado "El Duque", que pretende utilizar al Presi como moneda de cambio para escapar de NY. Ante semejante tesitura, el alcaide de esta ciudad-prisión-parque temático ofrece un trato a Plissken, salvar a el Presi a cambio de su libertad. Eso sí, el alcaide, que está bastante mal follado, le da 24h para ello, si no, unos implantes en el cuello del "El serpiente" reventarán sus arterias. Estética ochentera, macarras al estilo Renegade, pechugona intrascendente, secundario guasón, malo malísimo, autoridades corruptas, venganza, odio y destrucción son los ingredientes de un potingue llamado "Escape from New York", dirigido, escrito y musicalizado por un John Carpenter que en 1981 estaba mejor momento, e interpretada por un carrasposeante Kurt Russell, que firma su mejor interpretación, ojo al parche, como cabroncete indomable y anti héroe solitario. Obra maestra del entretenimiento y punto álgido de una estética ya extinta "1997, recate en NY" mantiene un ritmo constante, por momentos trepidante, y, aunque ciertamente se pierda en los lugares comunes del cine de acción post-nuclear, es uno de esos iconos frykandélikos por los que merece la pena quedarse un sábado por la noche en casa, y pasar del mamoneo nocturno.